Los investigadores no han podido determinar una época exacta en la que los humanos comenzasen a consumir caracoles, aunque los descubrimientos arqueológicos apuntan a etapas previas incluso a la invención de la caza. Un montón de caparazones de caracol rotos se han encontrado en la cueva Frankhthi, en la Argólida griega, del año 10.700 aec.. En Historia de la gastronomía (2004), Fernández-Armesto señala las posibles razones: los caracoles son fáciles de manipular, y su cultivo «parece una extensión natural de la recolección».4 A diferencia de la caza de animales de gran tamaño, no se necesitan armas o perros, y no peligra la seguridad de uno mismo. A diferencia de otra ganadería, los caracoles son fáciles de alimentar y se pueden criar en grandes cantidades:
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